SOUNDTRACK: PLAYLIST DE CARLOS VELÁZQUEZ “PARA DESTRUIR HABITACIONES DE HOTEL”

13/07/2014 - 12:00 am

DEMOLIENDO HOTELES (Playlist para destruir habitaciones)

Gracias al cielo no fui director de videoclips. Todos habrían cojeado del mismo guión: un actorsucho (destinado a convertirse en el próximo Dicaprio, obvio) haciendo pedazos una habitación de hotel. Y es que el rock (ese maldito vicio, decía Alex Lora) tiene ese efecto en mí. Si hubiera sido Ballard habría ubicado Crash en puros Holiday Inn. Existen canciones que no puedo escucharlas porque me incitan a la destrucción. En algunos casos no se trata de melodías tan violentas, pero cuando me pega uno de esos arranques entiendo a la perfección la confesión de Charles Mason.

Las canciones de los Beatles me ordenaron el asesinato de Sharon Tate. Lo comprendo. Lo mismo me sucede a mí con ciertas rolas, no quiero matar gente, pero me entran unos deseos incontrolables por desmadrar un cuarto de hotel, motel, pensión, hostal. Siento que ciertas melodías acompañan a la perfección dicho acto. La fama, la verdadera fama, amigos, sólo le llega a uno cuando deshace una habitación.

Yo comprendí que era famoso el día que tuve el poder para hacerlo. Fue en Mazatlán. Y no fui a la cárcel, porque en cuanto llegó seguridad saqué mi tarjeta y pagué por todos los desperfectos. Y como a una estrella de rock me condujeron a otro piso. Sin pedos. Debí filmarlo. Nunca lo olvidaré, porque experimenté el poder de la música. Y porque fue el comienzo de la debacle de mi matrimonio. En ese rito mi ahora ex esposa se percató de que mi relación con la cocaína se había salido de control y que podría tornarme en una persona severamente agresiva. Pero es inevitable. La puta música se me mete debajo de la piel y me hierve la sangre por triturar una habitación. Resulta bastante terapéutico. A continuación va una lista de diez rolas que me incitan a la devastación.

1. Motown junk, Manic Street Preachers

Durante casi dos décadas Manic fue mi banda favorita. A los 17 salía a la calle con unos walkman y mientras oía este rolón me dedicaba a romper aparadores en el centro de la ciudad. A patadas, a pedradas, una vez a uno le lancé la cabeza de un parquímetro. Basta oír los primeros acordes para que me vuelva loco. Un par de veces fui al bote. Por vandalismo. Creo que aquí comenzó mi afición por escandalizar en hoteles.

2. Aneurysm, Nirvana

Recuerdo con cariño un viaje a Monterrey. Lo realicé con un compa al que apodamos El Loco. Con eso está dicho todo. El desmadre comenzó con una competencia por ver quién hacia volar más lejos las almohadas. Pero se nos terminó el parque. Sólo había ocho. Mientras lanzaba la última vi a un botones recogerlas de la calle. Estábamos en un noveno o décimo piso. Tardaron bastante en descubrirnos. Arrojamos los dos colchones matrimoniales. Tuvimos que hacerlos taco para que cupieran por la ventana. Un buró. Una mesita, sillas, vasos. Y no conseguimos acabar con el resto porque nos cayeron. Y nos mudaron de cuarto, a los separos de Monterrey.

3. Look that kill, Mötley Crüe

Pinche cuarteto, tatuaron mi adolescencia. Esta banda tiene rolas para todo. Mis favoritas para el table dance, y una épica para descalabrar cuartos. A los siete años alguien, no consigo recordar quién, me llevó a una tienda de discos. Y recuerdo que salí impactado por haber visto la portada del Shot at the devil. No puedo describir los sonidos que  escuchaba al contemplar el pentagrama. Mi corazón me dictaba que debajo de todo eso estaba la vida eterna. En esos dos o tres minutos oí, chequen el poder de la música, todo lo que era Mötley sin saber nada de ellos. Después tuve oportunidad de poner en práctica algo del espíritu Crüe en un motel de carretera. Para variar, con mi esposa. Por eso me dejó.

 

4. Big bang baby, Stone Temple Pilots

Definitivamente Tiny music no es el mejor disco de la banda. Tampoco el peor. Pero cómo me alimento el espíritu cuando salí de la prepa. Cuando no sabía qué hacer con mi puta vida. Me había ido de casa por segunda vez. Y soñaba con habitaciones de hotel. Pero no para destruirlos, para dormir en ellos. Las bancas de la Plaza de Armas me tenían la espalda hecha mierda. Mucho tiempo después, durante una estancia de una semana en uno de esos pueblos de la provincia, no permití que asearan la habitación y como me mantuve a base de puro room service, acumulé un arsenal de platos. Recuerdo que escribía un cuento y estaba bastante molesto porque no resultaba como yo planeaba. Entonces me dediqué con ahínco a lanzar los platos a una pared. Esa ocasión tuvieron que tirar la puerta para evitar que acabara con todo.

5. Day tripper, The Beatles

Si Manson culpó a los Beatles, yo puedo. Esta en apariencia inofensiva canción me despierta sed de sangre. Estoy convencido de que no soy el único. Para mí todos los males de la época están encriptados en estos dos minutos con 43 segundos. Hasta Hendrix la covereó. Lennon y McCartney la compusieron para desquiciar. Es el soundtrack perfecto para encerrarte en un hotel. Siempre que en la vida planees perpetrar un acto atroz, el que sea, te recomiendo que utilices esta canción como mantra. Y verás como todo te sale mejor que como lo planeas. Si alguna noche de aburrimiento quieres invocar al diablo, dale play a “Day tripper”, verás como atenderá tus plegarias.

6. Communication breakdown, Led Zeppelin

Esta rola sirve como atolómetro. Para medir el grado de atole en la sangre a la banda. Aquellos que la escuchen y no ardan en deseos por destruir algo, un vaso, una computadora, una relación, son una señorita más. Tan solo mentarla hace que se me caiga la baba. Me provoca agarrar el coche y rondar el Hampton Inn, el Fiesta Inn. Cómo me calienta. La otra vez me eché una pantalla plana de 42 pulgadas aquí en el depa. Ya compré otra, aguevo. Pero estaba oyendo esta canción y que me entra la pinche loquera y le lanzo mi cerveza. Y como no le pasó nada me emputé. Fui por otra chela al refri, la destapé y se la lancé. Le aventé todo un cartón. Y ya en el piso, salté sobre ella, muere maldita caja idiota, muere.

7. One of my turns, Pink Floyd

Es una referencia demasiado obvia, pero no podía dejarla fuera de este conteo, ya lo sé. Soy muy VH1. Qué magnifica invitación a mandar todo a la chingada resultan las frases que dice la chica que acompaña a Pinky. Wow, es más grande que todo nuestro departamento. ¿Ah, sí? Pues mira lo que voy a hacer con lo que no puedes poseer. Madres, que se desata a romper guitarras, ventanas y todo lo que se le atraviese. Hasta que culmina aventando la tele a la calle. Ven ahora por qué soy así. Sé que hay mucha gente en el mundo que no tiene para comer. Yo mismo no he tenido para comer. Yo mejor que nadie sé eso. Tengo mis medallas y tengo mis cicatrices. Pero si buscan justicia en este playlist no la van a encontrar? Why don’t you running away.

8. Stuck in the middle with you, Eagles of dead metal

Qué versión, Señor del Rincón. Así es, mi querido amigo Pito. No voy a exagerar diciendo la babosada de que es superior a la original, pero qué refrescadota. Amo a esta banda por encima de casi todas las cosas. Me provoca todo. Me dan ganas de drogarme, de coger, de bailar, y de internarme en algún Hard Rock Café. Y de destruir, con ritmo, con pasitos de baile, alegre, feliz, sin rabia, indoloro el pedo. Con Eagles y The growlers he vuelto a tener fe en las bandas californianas. No me pasaba desde los Doors. Amo a los Doors más que Daniel Guzmán. Aunque él tenga el libro de Greil Marcus y yo no. Lo que me remite al Plaza, nunca he roto nada en el Plaza de Nueva York. Por qué el Plaza por el concierto de los Doors en Nueva York, pero a pesar de que los amo, no me invaden las ganas de destruir. Cuando los escucho me entra antojo de peyote.

9. Jailbreak, AC/DC

Ay, San Bon Scott, cuánto he bebido por tu culpa. A ti te debo varios de los mejores capítulos de mi vida. Qué orgasmos he tenido oyendo Highway to hell. Y cuantos destrozos. Que hasta me vetaron de por vida en los encuentros de escritores de Nuevo León. “Jailbreak” no es la rola más furiosa de AC/DC pero me despierta, amiguitos, esa letra me incita a rebelarme. A romper algo. Quiero una colección de bats. Recuerdo una vez que uno de los estúpidos novios de mi madre se atrevió a levantarle la mano. Estaba yo acostado, eso fue hace más de quince años, escuchando “Walk all over you”. Hasta el pito de anfetas, mota y cerveza. Y es que a mí AC/DC me estresa, pero no puedo renunciar a ellos. Me levanté y con el bat que tenía atrás de la puerta le reventé el parabrisas a su camioneta. Se regresó emputado. Pobre pendejo. Le rompí una pierna.

 

10. Heaven and Hell, The Who

Estos tipos eran unos auténticos profesionales. Los vetó de por vida la cadena Holiday Inn porque Keith Moon le echó un Rolls Royce a la piscina. Fue la cereza. Existe una anécdota maravillosa en Amazing Journey, el documental de más de dos horas de duración sobre la banda. Relatan que un día se encontraba The Ox en una habitación durante una gira y se disponía a comer. Nada le cagaba más que le manosearan lo alimentos. Pues entra Keith Moon, toma su pollo con las manos, le prende una mordida y lo deposita de regreso en el plato. The Ox no dice nada. Ninguna emoción se desprende de él. Horas más tarde, entra al cuarto de Keith y lo destruye completamente. Lo hace mierda. Talco, excepto a Keith, que permanece dormido en la cama. Quien a pesar de todo el desmadre nunca se despertó. Y como colofón: fue en un hotel donde murió The Ox. De un paro cardiaco. Cuando llegó el forense declaró: un hombre de más de sesenta años, con varios gramos de cocaína en el buró, una chica de 26 a un lado y media docena de botellas de champaña. No me pregunten la causa del desceso.

Sé que lo que he relatado en este playlist no habla muy bien de mi persona. Pero parafraseando a Maradona: la literatura no se mancha. Creo que no es necesario que los especifique, pero por las dudas lo mencionaré. Jamás, pero jamás, hago check out en los hoteles.

 

Carlos Velázquez nació en Coahuila en 1978, es autor de los libro de cuentos Cuco Sánchez Blues, La Biblia Vaquera La Marrana Negra de la Literatura Rosa. En 2013 publicó su primer libro de crónicas llamado El Karma de Vivir en el Norte. Cada semana escribe la columna  “Charlyfornication” en Frente.

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